miércoles, 28 de diciembre de 2011

Duodécimo capítulo.



¿Me sigues o qué?


Querido diario:

La semana ha transcurrido sin ningún problema. Algo de calma en mi vida, menos mal. El problema es que a la vuelta de la esquina se presentan los exámenes y tengo un miedo terrible. Nunca me había pasado antes, pero, supongo, que como no me noto preparada esto parece que me va a costar más.

Sin embargo, hoy hubo un cambio en mi vida. Hoy, cuando salía de la Universidad, en la puerta de la misma me encontré a un chico esperando. Cómo no… era Dan. El corazón me dio un vuelco y mi mente pensó: “Tranquila Kate, esto que sientes es normal, no pasa nada, tú puedes con esto y más. Venga Kate tranquilízate o se dará cuenta…” Él parecía abstraído mirando su móvil y no se percató de mi presencia hasta estar a escasos centímetros de él.

- Hola, ¿no? – Dije sonriendo.
- Lo siento, hoy soy yo el despistado. ¿Qué tal estás? – Preguntó con interés.
- Bien, aunque la verdad que un poco agobiada por los exámenes. ¿Tú qué tal? – Curioseé.
- Pues andamos en las mismas, aunque no venga a clase yo también tengo exámenes, pero de momento creo que los llevo bien – Sonrió.
- Espera… ¿Estudias en esta Universidad y yo no lo sabía? – Pregunté atónita.
- Sí – Volvió a sonreír – ¿Tan raro es?
- No, solo que no lo sabía y me sorprendió la idea. Pensaba que me estabas siguiendo porque como no paramos de encontrarnos – Reí.
- No estaría mal, así me encargo de que no te metas en problemas. – Dijo bromeando.

En ese momento pasó por nuestro lado Susan, con esa cara de arpía que solo puede poner ella. Seguramente que si su poder fuera rayos láser ni Dan ni yo estaríamos vivos aún. Su mirada se nos clavó como si fueran dagas. Tras un grupo de gente aparecieron mis amigos. Les presenté cordialmente a Dan y nos fuimos todos juntos a dar una vuelta. Parecíamos el grupo de los fantásticos. No parábamos de comentar las curiosidades de nuestros poderes y los de “los otros”. Es genial poder compartir esto con alguien más.

¡Buenas noches querido diario!

martes, 6 de diciembre de 2011

Undécimo capítulo.


¡El chico misterioso tiene nombre!

Parecía que desde ese día que me salvó la vida todo giraba en torno a él. Parecía como que tenía un sexto sentido para encontrarme. O quizás yo era la que tenía el sexto sentido para atraerle. No estoy muy segura, solo sé que estaba ahí conmigo, en el paso de peatones y me quedé paralizaba, inmóvil. La sangre dejó de fluir por mis venas porque mi corazón se fue de vacaciones al menos unos segundos. Hasta que su gesto de: “te puedes quitar las cascos para que me escuches” hizo que reaccionara en seguida y algo titubeante logré decir:

- Lo siento no me di cuenta que seguía con los cascos. A veces soy demasiado despistada.
- Sí, ya lo he notado y, además, también te gusta mucho el peligro. – Dijo con una sonrisa.
- Bueno… solo fue una vez, ¿por qué me dices que me gusta al peligro? – Pregunté extrañada.
- De cierta forma, me he comparado con el peligro. Desde que te salvé aquél día no sé por qué extraña razón pero hace que te encuentre en todos los sitios, es algo muy raro la verdad. Jamás me había pasado con nadie. – Fue su respuesta y continuó. – Bueno, ¿y qué estás haciendo por aquí? ¿Tenías algún plan para hoy?
- Pues… la verdad que nada especial. Pensaba ir al paseo marítimo a observar a las personas pasar. Pensarás que es una estupidez pero es algo que suelo hacer muy a menudo. Cada día voy cambiando de lugar y me siento por ahí mirando a las personas que pasan. – Contesté algo tímida, ya que no se lo había contado jamás a nadie.
- No, no me parece estúpido, yo también suelo hacerlo o, más bien, lo hacía cuando era más pequeño. Supongo que con la edad uno se va cansando de hacer lo mismo sin ver algún resultado que le entusiasme. – Sonrío de medio lado.
- Pues yo no me canso, será porque lo que me aporta la gente que observo me llena por dentro y me hace sentirme… no sé… un poco más viva, un poco más integrada en la sociedad. Suelo ser una persona solitaria, pero no por miedo a nada, sino porque siento que no encajo en muchos sitios. Mi grupo de amigos es todo con cuanto me relaciono, de resto… poco más tengo que decir. – Suspiré.
- Y, ¿acaso eso te supone un problema? Quiero decir… la soledad no es mala. Las personas tienden a obsesionarse con compartir su vida eternamente con alguien sin mirar quién es ese alguien. Se adentran en relaciones fallidas una y otra vez para poder sentirse vivos, sentir que algo les complementa. Pero no lo hacen a conciencia, no lo hacen pensando qué es lo que buscan, o qué es lo que quieren de verdad. Y comienzan a fracasar y así una y otra vez. Hasta que al final se sienten mal consigo mismos porque no han sido capaces de llenar ese hueco. Desde pequeño yo siempre he tenido algo claro: para amar a alguien, debemos de amarnos a nosotros mismos primero. Ya luego debemos de saber qué buscamos, y seguidamente buscar esa… – Paró de repente.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué te has parado? – Quise saber.
- Lo siento, a veces hablo demasiado y creo que puedo aburrir con tanta filosofía, son tonterías que no tienen ni sentido muchas veces. Perdona si caigo pesado. – Contestó apurado.
- No tienes que justificarte, yo también suelo filosofar mucho. Pero más bien conmigo misma, así que siempre viene bien escuchar a alguien que piense igual. – Sonreí.
- Bueno, simplemente decía que cuando sepamos qué queremos pues debemos de buscar a la persona que más se ajuste a lo que deseamos. Así es como seremos y podremos ser felices con otra persona, de lo contrario, todo saldrá mal.

Nos pasamos toda la tarde hablando de infinidad de temas, evaluamos a la gente que pasaba, nos reímos con algunas bromas que dejábamos caer cuando no estábamos tan serios como antes. Fue, lo que se suele decir, una gran tarde.

¡Ah! Por cierto, se me olvidaba, se llama Dan, así que ya dejará de ser el “chico misterioso del poder inmortal”

jueves, 6 de octubre de 2011

Décimo capítulo.


Día de Universidad.

Querido diario:

Hoy ha sido el primer día que he vuelto a la Universidad después de mi pequeño “percance”. Hoy ha sido el primer día que les he vuelto a ver la cara a esos miserables, porque no tienen otra forma de llamarse. Como siempre sentados en la escalera criticando a todo aquél que pasara cerca de ellos. Se creen los amos del lugar y algún día eso tendrá que cambiar. Y espero que ese día no ande muy lejos.

Hoy mis amigos se han dado cuenta de la gravedad del asunto. Hoy se han dado cuenta de todas las magulladuras y los golpes que tengo por mi cuerpo y todavía están asombrados porque he conseguido sobrevivir. Créeme yo también lo estoy. Ese chico… ese chico tan especial… ¡Espera! Nunca me dijo su nombre. Estamos otra vez en las mismas, “El chico misterioso del poder inmortal” ¡Pues vaya nombre…! Llevo días pensando en él y en esa extraña atracción que me produce. Bien es verdad que siento algo especial con todo aquél que tiene poder, pero con el es como más… fuerte, más intenso… ¿Qué te está pasando Kate? ¡Bufffff! – Eso pensaba mientras estuve en mis eternas tres horas de clase, mirando cada tanto el reloj y viendo cómo a la manecilla le costaba más moverse un segundo. Pensé que jamás acabaría esa hora, pensé que moriría ahí mismo y entonces desperté del lapsus. La clase había acabado y mis compañeros se agolpaban en la puerta, deseosos de ver el mundo exterior de nuevo.

Yo caminaba con los cascos puestos. La música un poco más alta de lo normal y abstraída de mis pensamientos. No quería pensar más, porque siempre caía en el mismo tiempo. “Mis súper veinte”. Por lo que, me era mejor evadirme un poco del mundo real. Y en un paso de peatones cerca de casa… ¡ZAS! Alguien me toca el hombro y al volverme le encontré a él ahí…

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Noveno capítulo.



El chico misterioso.

Querido diario:

Hoy me he despertado mejor que ayer. Pero sin duda este dolor de cabeza y todas estas magulladuras de mi cuerpo hacen que me duela hasta respirar… Supongo que es normal.

Sinceramente, recuerdo poco de aquello, pero se me ha quedado grabado en la mente ese chico tan raro. Era el mismo que observé una vez en el parque, tenía una mariquita en la mano. Una extraña energía mana de él y todavía no sé exactamente por qué, pero es algo que me fascina. Como la luz para los insectos, que se quedan hipnotizados por su brillo, pero espero no correr la misma suerte que ellos.

Cuando desperté de todo el barullo que me había pasado, estaba en una cama en una habitación oscura. Pero era muy acogedora, tenía una decoración muy moderna y que llamaba la atención. La cabeza me dolía más que nunca y era como si toda una banda de trompeteros estuviera estallando en ella. Intenté moverme pero me dolía todo el cuerpo y no pude evitar gemir del dolor. Apareció él en escena cinco segundos más tarde de mi sonido.

- No deberías de hacer eso, estás muy débil y tienes muchas heridas. – Dijo muy seriamente.
- Gracias, pero creo que sé apañármelas sola la verdad. – Me hice la dura como siempre.
- ¿Seguro? Si quieres te vuelvo a dejar con ellos a ver qué tal te las apañas ahora – Ironizó.
- Vale… tienes razón ahí no estuve muy fina, pero eran muchos contra mí, ¿qué podía hacer? – Pregunté.
- La próxima vez no ir sola a esas horas y mucho menos por esas calles. Es, por así decirlo, su territorio y cuando alguien que les es non grato sufren las consecuencias como tú. Aunque en realidad, creo que te conocían, ¿no? – Preguntó. – Al menos… esa impresión daba ya que gritaban tu nombre.
- Sí, están todos en mi Universidad… pero no nos llevamos muy bien como has podido comprobar. No sé por qué fueron contra mí. – Me sinceré.
- Puede que tengas algo que ellos quieran o que te encuentren como una amenaza… He recogido a varias personas de sus garras pero a ti es a la peor que han dejado. Estaba prácticamente muerta cuando alcancé a cogerte. – Explicó.
- ¿Muerta? ¿Y porque ahora mismo me siento “tan bien”? Quiero decir, aparte de los dolores no me siento como una zombie o como una persona que ha resucitado. – Me extrañé.
- Bueno… tú no eres normal. No eres la única, y, además, lo sabes y lo has podido comprobar. Yo también soy de tu clan, por así decirlo. Yo también tengo mis poderes y mis secretos. Por eso estás aquí, gracias a mí y a mi poder. – Me sacó de dudas.
- Tu… ¿poder? ¡Espera, espera, espera! ¿Tú también puedes hacer algo? – Pregunté escandalizada. Por esa razón era tan misterioso para mí. Me pasa siempre con las personas que tienen poderes…
- No soy de los que revelan esto tan fácilmente pero creo que en ti puedo confiar. Estás en el lado de “los buenos”. Tengo el poder de resucitar a los muertos y también poseo la inmortalidad – Confesó.
- ¡Hala! ¿De verdad? Por eso me has podido salvar a pesar de que estuviera casi muerta… – Empecé a encajar todas las piezas.

Estuvimos hablando largo y tendido de cosas que no tienen la mayor importancia ahora, un poco de gustos, de formas de pensar y de ver la vida. Sobre nuestros poderes, sobre si conocemos a alguien más que sepa hacer algo y demás. Poco interesante pero muy largo como para andar contando. Serían muchas y muchas hojas.

PD: Sé que me mataré cuando en un futuro vuelva a leer esto, pero… ese chico tiene algo que me mata por dentro y me deja sin respiración. Casi igual que estas heridas que tengo ahora que no me permiten hacerlo…

domingo, 18 de septiembre de 2011

Octavo capítulo.


Los desastrosos veinte.

Querido diario:

Siento escribirte tan tarde. No he tenido mis súper veinte años como me esperaba. Tengo un golpe en la cabeza que hace que no pueda mantener la vista fija en algo mucho tiempo sin que me estalle. Además, algunos cortes y rasguños en los brazos y en las piernas. Vale, vale, te contaré desde el principio.

Tuvimos una cena magnífica, los chicos me regalaron una polaroid. Algo que hacía décadas que quería. ¡¡Por fin, ya en mis manos!! Sacamos algunas fotos como recuerdo de ese momento. Luego, nos fuimos de fiesta. La discoteca estaba algo más llena que de costumbre, pero no fue algo que nos importara. Pasamos una noche genial. Sin embargo, teníamos que volver de regreso a casa.

Eran las cinco de la madrugada y, aunque no sea santo de mi devoción divagar a esas horas, nunca me había importado. Es más, Kevin y Susan me acompañaba, ya que éste se quedaba a dormir en la casa de ella.

Cuando nuestros caminos se separaron, justo en el cruce que hace que tomemos direcciones diferentes, todo iba bien. O al menos al principio. Pero… más tarde esa sensación, ya tan familiar para mí, me recorría de punta a punta la columna, dejándome sin respiración y con escalofríos.

Me cortó el paso Ben, el chico rubio del grupo de Grace, pero no sólo uno. Se había triplicado. Tres Ben me cortaban el paso por delante. Detrás tenía a los dos hermanos, Eric y Alyson. Él estaba algo más alejado pero en un segundo se colocó cara a cara conmigo. El que faltaba era Jason que su mirada hizo que poco a poco dejara de sentir los pies, las piernas, las manos y los brazos. Me había dejado petrificada. Después de aquello no recuerdo mucho más que golpes por varias partes de mi cuerpo u una voz lejana, pero no conocida, que decía que me dejarán en paz.

No sé exactamente qué pasó después pero los golpes, insultos y burlas se apaciguaron y silenciaron en mis oídos. Lo siguiente que recuero es que él me llevó en brazos…

Lo siento, mi cabeza me pide una tregua. No aguanto más este dolor. Me voy a descansar, mañana te contaré quién era ese chico misterioso.

domingo, 7 de agosto de 2011

Séptimo capítulo.

¿Sabes algo de ellos?

Querido diario:

He descubierto quienes eran los del otro día. La pareja extraña de la que te hablé.

Hoy me dirigía a clase como un día más de Universidad; allí estaban ellos, sentados en las escaleras de la entrada. Sin embargo, no estaban solos. Junto a ellos se encontraban Grace y tres personas más. Justo mientras hacía mi examen riguroso sobre ellos apareció Kevin en escena.

- ¡Buenos días, pequeña Kate! – Saludó con énfasis – ¿Otra vez persiguiendo fantasmas? ¿Es que no vas a aprender nunca?
- Shhh… Calla. Estaba pensando… bueno, es estúpido, tú sabes en lo que estaba pensando, pero, ¿sabes quiénes son todos esos? – Quise saber sobre el enemigo.
- A decir verdad los conozco un poco. Están en Derecho, en la clase de Susan concretamente. A ella no les cae muy bien y menos desde que se juntaron con Grace – Explicó – Mira, ¿ves el de los pantalones verdes y la camiseta negra? Ese es Jason, el novio de Emily, la morena de pelo extra-largo que está sentada a su lado. Luego está Alyson, la pelirroja de pecas que está a la derecha y el de abajo es su hermano Eric y, por último, el rubio de abajo del todo es Ben, y está coladito por Alyson.
- Wow, vaya análisis, pensaba que me dirías un “Lo siento, no sé nada de la vida de esos pardillos” y, sin embargo, te ha faltado tiempo para decirme sus DNI – bromeé.
- Me subestimas, te recuerdo que todo lo que se por las mentes, llega ala mía, por tu desgracia, o, en este caso, tu fortuna – Sonrió – Por cierto, Grace nos acaba de ver y está pensando cosas muy feas de nosotros. Mejor nos vamos a clase, ¿no crees?
- Sí, es el mejor plan – Dije de camino a nuestra clase.

Puede que no sepa muy bien qué quieren de mí, pero al menos sé quiénes son y los líos que tienen internamente. Además, siempre que vaya con Kevin no tengo problema alguno. Él sabe lo que piensa la gente.

Además, nada va a quitarme de la cabeza lo que tengo mañana por la noche: Mi vigésimo cumpleaños. ¡¡¡FIESTA!!!

sábado, 9 de julio de 2011

Sexto capítulo.

No somos los únicos.


Querido diario:

Días después de la noche en casa de Susan nos fuimos a un concierto todo el grupo. Nada fuera de lo común. El concierto no estuvo nada mal, aunque me esperaba un poco más, si te soy sincera. Sin embargo, con la compañía que tenía todo era estupendo. Ese día nos controlamos bastante con la ingesta de alcohol, por lo que, no hubo ningún tipo de desmadre.

Sin duda había sido una gran noche. De regreso a casa, a eso de las siete de la mañana, cuando volvía de desayunar con los chicos después del concierto, me topé con una pareja peculiar. Como siempre, me puse a observarles – no puedo evitar hacerlo – ellos, como me solía pasar a menudo, no repararon en mi presencia y siguieron con lo que estaban haciendo. Hasta que algo raro sucedió. De repente, la chica se quedó paralizada y sus ojos se movían de un lado a otro sin parar. Su acompañante, por el contrario, parecía estar acostumbrado a la situación y esperó el momento. Entonces, ella volvió en sí, le dijo algo por lo bajo a él, no supe con certeza qué era, pero al ver sus caras supe que algo malo me iba a pasar. Ambos se percataron de mi presencia y sus miradas por poco consiguen fulminarme. Cuando pasaron a mi lado, me permitieron tener esa sensación tan rara; la mima que percibí en Grace.

Cuando se perdieron en la lejanía, un escalofrío me recorrió la espalda. Algo malo iba a ocurrir y yo sería víctima de ello. Pero ¿quiénes eran esos dos y qué podían ser capaces de hacerme?