El chico misterioso.
Querido diario:
Hoy me he despertado mejor que ayer.
Pero sin duda este dolor de cabeza y todas estas magulladuras de mi cuerpo
hacen que me duela hasta respirar… Supongo que es normal.
Sinceramente, recuerdo poco de
aquello, pero se me ha quedado grabado en la mente ese chico tan raro. Era el
mismo que observé una vez en el parque, tenía una mariquita en la mano. Una extraña
energía mana de él y todavía no sé exactamente por qué, pero es algo que me
fascina. Como la luz para los insectos, que se quedan hipnotizados por su
brillo, pero espero no correr la misma suerte que ellos.
Cuando desperté de todo el barullo
que me había pasado, estaba en una cama en una habitación oscura. Pero era muy
acogedora, tenía una decoración muy moderna y que llamaba la atención. La
cabeza me dolía más que nunca y era como si toda una banda de trompeteros
estuviera estallando en ella. Intenté moverme pero me dolía todo el cuerpo y no
pude evitar gemir del dolor. Apareció él en escena cinco segundos más tarde de
mi sonido.
- No deberías de hacer eso, estás
muy débil y tienes muchas heridas. – Dijo muy seriamente.
- Gracias, pero creo que sé
apañármelas sola la verdad. – Me hice la dura como siempre.
- ¿Seguro? Si quieres te vuelvo a
dejar con ellos a ver qué tal te las apañas ahora – Ironizó.
- Vale… tienes razón ahí no estuve
muy fina, pero eran muchos contra mí, ¿qué podía hacer? – Pregunté.
- La próxima vez no ir sola a esas
horas y mucho menos por esas calles. Es, por así decirlo, su territorio y
cuando alguien que les es non grato sufren las consecuencias como tú. Aunque en
realidad, creo que te conocían, ¿no? – Preguntó. – Al menos… esa impresión daba
ya que gritaban tu nombre.
- Sí, están todos en mi Universidad…
pero no nos llevamos muy bien como has podido comprobar. No sé por qué fueron
contra mí. – Me sinceré.
- Puede que tengas algo que ellos
quieran o que te encuentren como una amenaza… He recogido a varias personas de
sus garras pero a ti es a la peor que han dejado. Estaba prácticamente muerta
cuando alcancé a cogerte. – Explicó.
- ¿Muerta? ¿Y porque ahora mismo me
siento “tan bien”? Quiero decir, aparte de los dolores no me siento como una
zombie o como una persona que ha resucitado. – Me extrañé.
- Bueno… tú no eres normal. No eres
la única, y, además, lo sabes y lo has podido comprobar. Yo también soy de tu
clan, por así decirlo. Yo también tengo mis poderes y mis secretos. Por eso
estás aquí, gracias a mí y a mi poder. – Me sacó de dudas.
- Tu… ¿poder? ¡Espera, espera,
espera! ¿Tú también puedes hacer algo? – Pregunté escandalizada. Por esa razón
era tan misterioso para mí. Me pasa siempre con las personas que tienen
poderes…
- No soy de los que revelan esto tan
fácilmente pero creo que en ti puedo confiar. Estás en el lado de “los buenos”.
Tengo el poder de resucitar a los muertos y también poseo la inmortalidad –
Confesó.
- ¡Hala! ¿De verdad? Por eso me has
podido salvar a pesar de que estuviera casi muerta… – Empecé a encajar todas
las piezas.
Estuvimos hablando largo y tendido
de cosas que no tienen la mayor importancia ahora, un poco de gustos, de formas
de pensar y de ver la vida. Sobre nuestros poderes, sobre si conocemos a
alguien más que sepa hacer algo y demás. Poco interesante pero muy largo como
para andar contando. Serían muchas y muchas hojas.
PD: Sé que me mataré cuando en un
futuro vuelva a leer esto, pero… ese chico tiene algo que me mata por dentro y
me deja sin respiración. Casi igual que estas heridas que tengo ahora que no me
permiten hacerlo…
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