domingo, 18 de septiembre de 2011

Octavo capítulo.


Los desastrosos veinte.

Querido diario:

Siento escribirte tan tarde. No he tenido mis súper veinte años como me esperaba. Tengo un golpe en la cabeza que hace que no pueda mantener la vista fija en algo mucho tiempo sin que me estalle. Además, algunos cortes y rasguños en los brazos y en las piernas. Vale, vale, te contaré desde el principio.

Tuvimos una cena magnífica, los chicos me regalaron una polaroid. Algo que hacía décadas que quería. ¡¡Por fin, ya en mis manos!! Sacamos algunas fotos como recuerdo de ese momento. Luego, nos fuimos de fiesta. La discoteca estaba algo más llena que de costumbre, pero no fue algo que nos importara. Pasamos una noche genial. Sin embargo, teníamos que volver de regreso a casa.

Eran las cinco de la madrugada y, aunque no sea santo de mi devoción divagar a esas horas, nunca me había importado. Es más, Kevin y Susan me acompañaba, ya que éste se quedaba a dormir en la casa de ella.

Cuando nuestros caminos se separaron, justo en el cruce que hace que tomemos direcciones diferentes, todo iba bien. O al menos al principio. Pero… más tarde esa sensación, ya tan familiar para mí, me recorría de punta a punta la columna, dejándome sin respiración y con escalofríos.

Me cortó el paso Ben, el chico rubio del grupo de Grace, pero no sólo uno. Se había triplicado. Tres Ben me cortaban el paso por delante. Detrás tenía a los dos hermanos, Eric y Alyson. Él estaba algo más alejado pero en un segundo se colocó cara a cara conmigo. El que faltaba era Jason que su mirada hizo que poco a poco dejara de sentir los pies, las piernas, las manos y los brazos. Me había dejado petrificada. Después de aquello no recuerdo mucho más que golpes por varias partes de mi cuerpo u una voz lejana, pero no conocida, que decía que me dejarán en paz.

No sé exactamente qué pasó después pero los golpes, insultos y burlas se apaciguaron y silenciaron en mis oídos. Lo siguiente que recuero es que él me llevó en brazos…

Lo siento, mi cabeza me pide una tregua. No aguanto más este dolor. Me voy a descansar, mañana te contaré quién era ese chico misterioso.

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